El compromiso infantil.
El pasado lunes a las 18 horas, como casi siempre, fue mi alumno de 8 años el que me abrió la puerta, pero a diferencia de la sonrisa cómplice y el guiño habitual, mostraba un rictus crispado, como si estuviese …
El pasado lunes a las 18 horas, como casi siempre, fue mi alumno de 8 años el que me abrió la puerta, pero a diferencia de la sonrisa cómplice y el guiño habitual, mostraba un rictus crispado, como si estuviese …